
El 16 de abril de cada año se celebra el Día Internacional del Emprendimiento o “Día Mundial del Emprendedor”. Si bien es cierto que este día se celebra desde el 2015, el emprendimiento data del siglo XVIII. El economista Richard Cantillón (Irlanda 1680 – Reino Unido 1734) fue el primero en usar la palabra “emprendimiento”, para referirse a los comerciantes que aprovechaban las ventajas del capitalismo industrial, comprando mercaderías a bajo costo para revenderlas a un precio mayor. Así nació la palabra “emprendimiento” y a esos mercaderes, se les llamó “emprendedores”.
Es conocido que, a través de tiempos de recesión y crisis financieras, son las economías de subsistencia, compuestas por emprendedores, las que soportan con mayor impacto la crisis, pero también son las primeras dinamizadoras de la demanda interna en los mercados domésticos, beneficiando directamente a la mediana, pequeña y microempresa (MIPYME), básicamente a las dos últimas.
Un emprendimiento debe tener la capacidad de crecer para que los ingresos comiencen a ser más altos que los costos. Además, junto con la característica de adaptabilidad, un nuevo proyecto debe encontrar la manera de escalar a largo plazo y seguir siendo rentable en el mercado en el que se encuentre. Recuerden que el éxito es la suma de fracaso, más fracaso, más fracaso, etc.
Entonces, son los emprendedores quienes forman a las MIPYME y todos sabemos por el tamaño de las economías y volúmenes de producción y ventas, también son las que generan cortos y rápidos puestos de trabajo, constituyéndose en algunos casos en proveedores de grandes empresas, corporaciones transnacionales o del sector público como ocurre en los países asiáticos.
EL PERÚ

Perú es un caso sui géneris en América Latina. Cerca del 98.4 por ciento son MIPYME. Una nueva modalidad que estamos notando en el país son la realización de diversas ferias y exposiciones de negocios.
Como se sabe, en las naciones emergentes, el rol de la micro y pequeña empresa en el desarrollo económico siempre es fundamental, y en el caso peruano, no es la excepción. Algunas veces se cree que solamente el apoyo financiero es lo único que necesitan las MIPYME. No es así, ellas impulsan a la llamada industria microfinanciera. Es un craso error ver las cosas entre billetes y monedas. El aporte va más allá del capital de trabajo. Las microfinanzas impactan en la vida misma de los emprendedores.
Las microfinanzas apoyan a los empresarios de la mediana, pequeña y microempresa. Si somos estrictos en las estadísticas, ese 98.4% son, precisamente, estas unidades de negocios.
Las MIPYME son generadoras de diversas fuentes de empleo y al ser ayudadas por las instituciones microfinancieras contribuyen con la creación de mayores y nuevos puestos de trabajo, fomentan el desarrollo empresarial, formalizan los negocios, fortalecen el pago de impuestos y tributos al fisco, incentivan la “bancarización” e impulsan mejores niveles de vida de miles de emprendedores, básicamente en los sectores de salud y educación. También ayudan a la reducción de la informalidad, que ahora con las consecuencias de la pandemia, el 90% de la empleabilidad en la pequeña y microempresa es informal. Obviamente, miles de empresas han desaparecido y otras han cambiado el rubro de negocios para poder sobrevivir.
Aún fortalece la política de género porque usualmente se cree que género es sinónimo de movimientos feministas y organizaciones que promocionan los “derechos” de la mujer y hasta la “igualdad de sexos”. Debemos reconocer que la frase “género” ha sido demasiada manoseada, desvirtuando la esencia de la palabra. Nosotros nos referimos al trabajo que exclusivamente realizan las mujeres emprendedoras, aquellas que desde una MYPE o PYME han logrado salir adelante y están haciendo todos sus esfuerzos para conquistar mercados con sus productos y servicios. La experiencia en dos años de aplicación de la política de género del Banco Interamericano de Desarrollo a favor de las mujeres emprendedoras es interesante. Han logrado avances en inversiones directas en igualdad de género, así como en otros proyectos que desarrolla institución.

En reciente Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico (APEC por sus siglas en inglés del Asia-Pacific Economic Cooperation) que se realizó el año pasado en el Perú, tuvo por tema: “Empoderar, Incluir y Crecer», revelando un nuevo escenario para las microfinanzas globales, especialmente, ahora que muchos países están viviendo un tiempo de post pandemia con relativo éxito.
Por eso, cada 16 de abril se celebra el Día Internacional del Emprendimiento, una fecha que rinde homenaje a quienes apuestan por sus ideas, crean negocios y contribuyen al crecimiento económico del país. En el Perú, esta iniciativa cobra especial relevancia por el dinamismo y la resiliencia de sus emprendedores. Es una jornada que tiene como objetivo dar visibilidad a todas estas personas e impulsar la generación y el desarrollo de nuevos proyectos.
El emprendimiento se refiere a la capacidad de una persona o grupo de personas para generar y desarrollar un negocio o proyecto, con el objetivo de generar valor económico y social. Idealmente, se caracteriza por la innovación, la creatividad y la capacidad de asumir riesgos.
Entre las características y habilidades de un emprendedor de éxito están: Comunicación efectiva. Liderazgo, Visión estratégica, Capacidad de trabajo en equipo, Pasión por el trabajo, Actitud positiva, Adaptabilidad a los cambios, Creatividad e innovación, Motivación, Gestión del tiempo, Resiliencia, Empatía, Pensamiento crítico, etc.
CESAR SANCHEZ MARTÍNEZ (Lima 1957) El autor es escritor y periodista colegiado, especializado en Economía y Liderazgo. Se formó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Universidad ESAN. Ha realizado estudios de su especialización en Barcelona, Washington, Montevideo y Estambul. También ha realizado cursos en Argentina, Colombia, Ecuador, Jamaica, Chile, Uruguay, Estados Unidos y Costa Rica. Ha ganado algunos Premios de Periodismo y ha escrito más mil artículos en diversas publicaciones de América Latina, Estados Unidos y España.